Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

domingo, 29 de mayo de 2011


PAISAJES INTERNOS

Yo siento la añoranza de eternas ansiedades
que vagan por mi mente sin formas definidas
y me inspiran deseos de cosas inconcretas
y de viajes que en sueños crea la fantasía.

Yo siento la nostalgia de un pasado remoto;
los dolores secretos de hondas melancolías
que nacen de una causa sin causas explicables
y traen a los labios el disfraz de una risa.

Yo busco en otras almas los perfiles exactos
con que pinta el amor el azul de la vida
y busco en otras voces las cosas que en mi voz
tan solo fueron siempre palabras presentidas.

Yo llevo acumuladas las penas seculares
de cien generaciones sin patria ni familia
y noto que el impulso de un afán andariego
me lleva por el mundo sin meta conocida.

Yo ignoro el fundamento de ciertas inquietudes
que turban de improviso mis breves alegrías
y pregunto: ¿qué clase de pena es esta pena
que dibuja en mis labios el disfraz de una risa...?




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