Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

lunes, 30 de mayo de 2011


NOSTALGIA DEL TIEMPO QUE SE PIERDE

Van cayendo las horas lentamente
como bandadas de aves moribundas
y quedan prisioneras en las redes
del dolor, la impaciencia y la locura...

Transitan al azar por las esferas
con pasos de misterio y de duda
y elevan en las almas su tic tac,
tic tac... de corazones que se asustan.

¡Qué graves, qué solemnes, van formando
su cortejo de incógnitas absurdas
en la jornada eterna de esas noches
que parece que no se acaban nunca...!

Yo he visto desfilar mis horas tristes
por un camino de esperanzas nulas
con la mirada gris de los fracasos
clavada en sus pupilas infecundas...

-Ven...
¡Qué miedo del tiempo que se pierde
queriendo hacer castillos en la luna!
-¡Mira...!
Las horas caen lentamente
como bandadas de aves moribundas...




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