Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

miércoles, 25 de mayo de 2011


¡NO ESTABAS, SEÑOR...!

-¡Señor...! Yo sé que te he visto.
Sé que estabas en el pálido
resplandor de las estrellas.

Te vi en las cumbres remotas
y en el confín de la ciencia.

...Y en el alma de las cosas
vi el misterio de tus huellas.

¡En todas partes, Señor,
se presiente tu presencia!

Sé que estás entre las cúspides,
los valles y las mesetas.
En los mares infinitos
¡y en el polvo de la tierra!

En el surco y en la espiga.
En las esperanzas ciertas.
En las sombras, en la luz
y en las intenciones bellas...

¡En todas partes, Señor,
se presiente tu presencia!
...............................................
Pero... ¡no! ¿Cómo es posible?
¿Qué fuerza venció a tu fuerza?
¿Por qué tus sueños de amor
han de ser ríos de pena...?

¿Quién pronunció aquel grito?
¿Quién dijo aquella blasfemia?
¿Quién a tu Paz a los hombres
opuso el grito de ¡Guerra!

¡No! ¡No es posible, Señor!
¿Cómo van a ser tus huellas
tantas ciudades en ruinas
y tantas criaturas muertas...?

¡Tú no has podido, Señor,
bendecir ninguna guerra!

Fueron... Luzbel y los suyos.
Los de la perfidia eterna.
¡Los que en pieles de cordero
llevan entrañas de fieras!
...........................................
Tú estás en la flor y el trino.
En la ancha copla serena.
¡Te vi en las luces del alba
y en las esperanzas ciertas...!

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