LA ABUELITA CIEGA
-Dime, ¿por qué la abuelita
tiene los ojos dormidos?
¿Por qué su mirada fija
se clava en el infinito
buscando cosas difíciles,
buscando tiempos perdidos?
¿No son sus ojos los ojos
que inspiraron los idilios
de intrépidos trovadores
que comparaban su brillo
con los destellos del sol,
con el azul de los ríos...?
Dime, ¿por qué la abuelita
tiene los ojos vacíos...?
¿Quién apagó aquella luz
que alumbraba su camino
y que iba ornando su senda
de piropos y delirios...?
¿Por qué su mano insegura
busca en las sombras mis rizos
y los toca blandamente,
y lanza luego un suspiro,
y dice cosas de pena,
y calla dolores íntimos...?
¿Por qué camina en silencio
sin vigor ni rumbo fijo...
-¡ave de pesado vuelo
que entre los campos marchitos
busca el rincón más oculto
para hacer su último nido!-?
Dime, ¿por qué, si sus ojos
ya no alumbran el camino
ni reflejan la belleza
de los montes ni los ríos,
por qué, di, por qué no quiere
ponerse los ojos míos?
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