Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

miércoles, 1 de junio de 2011


ENCUENTRO
(A MI PADRE)

¡Aquí...! Nos hemos encontrado aquí,
en el último tramo de un camino
que yo crucé siguiendo los atajos
y tú seguiste desde sus principios.

Un camino que sabe historias largas
de luchas, de dolor y sacrificios;
que acogió las semillas de tus sueños
en estériles surcos sin cultivo...

Yo navegué sin rumbos ni sextantes
por las rutas de un mar desconocido,
y tú te fuiste, padre, tierra adentro
sembrando de ilusiones tu camino...

¡La jornada fue dura! ¿Qué de extraño
tiene que estén tus músculos rendidos,
que cuajen los inviernos en tus sienes
y que ya tu mirada esté sin brillo...?

Tú llevas sobre tu alma los cansancios
de setenta cipreses abatidos,
y yo...? ¡Ay, yo me encuentro ya sin fuerzas
en el último tramo del camino...!

   Este poema fue escrito por la mitad de la década de los cincuenta. Y ese "último tramo del camino" no era más que el comienzo de su siguiente vida: salió del penal en Navidades del 63, se casó en el 64, yo nací en el 65, se fue a Niebla (Huelva) a trabajar, allí se sintió feliz, joven y pletórico; se jubiló en el 79 y después, en Córdoba, puede decirse que vivió de nuevo, una jubilación llena de entusiasmo, de trabajos literarios, de viajes y nuevas amistades. Sólo digo esto para que todos, cuando pensemos que estamos "ya sin fuerzas" y "al final del camino", hagamos un esfuerzo por avanzar un paso más, sólo uno... y después otro, y sin darnos cuenta de nuevo estaremos haciendo ese camino que se hace al andar, y quién sabe cuántas nuevas vidas viviremos. 


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