Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

sábado, 4 de junio de 2011


ROMANCE DE LA HORA EN BLANCO

El tiempo perdió su ruta;
las horas están clavadas
en la esfera descompuesta
de un reloj sin maquinaria.

Un momento hecho de siglos
se ha clavado en las entrañas
amarillas de la historia
a golpes de sangre brava.

Del cadáver de un minuto
ha nacido la Esperanza:
¡semilla de héroes muertos
en los surcos del Mañana!

Se han roto los calendarios
y están las horas cansadas.
La vida lleva en su pecho
sesenta emociones blancas.

En la esfera descompuesta
de un reloj sin maquinaria
el hombre escribió: ¡Parado!
Y dice la Historia: ¡en marcha!



4 comentarios:

  1. Mi querida Jana,

    He estado leyendo la biografía de tu padre y alguno de los poemas que has ido subiendo al blog. Un placer descubrirte, descubriros. De alguna manera me siento cercana. Como tú, soy hija de un “vencido”; hija de un hombre bueno, comprometido, amigo de sus amigos, luchador y un amante de la vida. También estuvo preso en Albatera pero, afortunadamente, quedó en libertad sin tener que estar, como tu padre, privado de ella (al menos, físicamente), tantísimos años. Y conoció a mi madre, dieciséis años más joven y comenzó de nuevo. Lejos de su Madrid y de sus amigos.
    Un hermosísimo homenaje, Jana, este espacio que has abierto y gracias por compartir su mirada y su poesía. Un gran poeta, sin duda.

    Un fuerte abrazo.

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  2. Querida Elsa:
    Me ha emocionado que me digas que también tú eres hija de "vencido". Y también mi padre tenía quince años más que mi madre. Gracias a Dios tuvieron una segunda oportunidad, tuvieron amor y pudieron seguir dejando una huella, leve y a la vez profunda,en la vida y en sus hijas.
    Esta mañana estuve leyendo poemas tuyos; no me dio tiempo a mucho, porque estoy pintando la casa (las goteras de este invierno...); la de Primer Amor me ha encantado, y también tu entrada "Malos Humos"; yo también soy fumadora (¡ay!) y me siento atacada, acosada y acorralada, hasta me he acostumbrado a torcer la boca al echar el humo para no molestar a nadie.
    Espero que nos sigamos "viendo", ahora que llega el largo verano.
    Mil besos.

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  3. Querida Jana,

    Me tomo la libertad de traer hasta el rincón de tu padre, un poema que escribí hace ya algún tiempo dedicado al mío. En él intento reflejar esa segunda oportunidad que mencionas.

    Más besos.

    DESPUÉS DE LA INCLEMENCIA

    A mi padre.

    Después de la inclemencia y del acero,
    después de las noches desveladas
    en esperas consumidas por el miedo,
    encontraste la esperanza
    en su cintura,
    el azul que colmó tu cielo abierto.

    De la muerte venías mordido hasta el aliento,
    perseguido por las sombras, sus nombres
    sus recuerdos.
    Y a sus labios rogaste de sus besos
    ser preso
    e imploraste a sus ojos
    la luz en el invierno.

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  4. ¿Qué puedo decirte, Elsa? Es hermosísimo, tu poesía me llega muy dentro, tu padre se sentiría muy orgulloso, ¿verdad? Gracias por embellecer este blog al que quiero tanto. Si algún día tienes tiempo pásate por la entrada "aniversario de la muerte de mi padre", el 31 de mayo. Me alargué mucho pero fue un día... catártico, no sé explicarlo, estuve aquí pero no estaba sola, lo sentía a mi lado, y a mi madre.
    Mil besitos, Elsa. Y gracias otra vez.

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