VIDA ESTÉRIL
¡Qué pena del silencio
y de la noche fértil en palabras,
rica en imágenes, en surcos nuevos
y aventuras pasadas!
¡Qué pena de tener un sólo lápiz
-un viejo lápiz roto-
y una noche quimérica en el alma!
¡Qué pena
vivir siempre soñando
y soñar sin palabras!
Pasar por los caminos
con el viejo zurrón de la añoranza
y no tener siquiera
-¡qué pena!- ni una noche
para nosotros solos,
un silencio, una luz... ¡ni una palabra!
Medir el negro tránsito
del tiempo por el blanco de las canas
y sólo por el hambre o por el sueño
saber que anda el reloj, que el tiempo pasa...
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