ENCUENTRO
(A MI PADRE)
¡Aquí...! Nos hemos encontrado aquí,
en el último tramo de un camino
que yo crucé siguiendo los atajos
y tú seguiste desde sus principios.
Un camino que sabe historias largas
de luchas, de dolor y sacrificios;
que acogió las semillas de tus sueños
en estériles surcos sin cultivo...
Yo navegué sin rumbos ni sextantes
por las rutas de un mar desconocido,
y tú te fuiste, padre, tierra adentro
sembrando de ilusiones tu camino...
¡La jornada fue dura! ¿Qué de extraño
tiene que estén tus músculos rendidos,
que cuajen los inviernos en tus sienes
y que ya tu mirada esté sin brillo...?
Tú llevas sobre tu alma los cansancios
de setenta cipreses abatidos,
y yo...? ¡Ay, yo me encuentro ya sin fuerzas
en el último tramo del camino...!
Este poema fue escrito por la mitad de la década de los cincuenta. Y ese "último tramo del camino" no era más que el comienzo de su siguiente vida: salió del penal en Navidades del 63, se casó en el 64, yo nací en el 65, se fue a Niebla (Huelva) a trabajar, allí se sintió feliz, joven y pletórico; se jubiló en el 79 y después, en Córdoba, puede decirse que vivió de nuevo, una jubilación llena de entusiasmo, de trabajos literarios, de viajes y nuevas amistades. Sólo digo esto para que todos, cuando pensemos que estamos "ya sin fuerzas" y "al final del camino", hagamos un esfuerzo por avanzar un paso más, sólo uno... y después otro, y sin darnos cuenta de nuevo estaremos haciendo ese camino que se hace al andar, y quién sabe cuántas nuevas vidas viviremos.
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