Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

viernes, 24 de junio de 2011

   Cuando empecé este blog mi intención era poner también algunas poesías de mi madre, pero hasta ahora no lo he hecho, quizá porque entre tanto libro de "mi poeta de la paz", los poemas de ella son una gota de agua en el mar. Pero hoy he encontrado unas carpetas, las he abierto, y ya no he podido dejarlas hasta acabar, con un nudo en la garganta. Y he recordado que lo pensé y no lo hice, así que ahora sí: una de sus poesías (tiernas, íntimas, sencillas como era ella), escrita para mí, cuando me fui a formar "mi propio nido".




EL VIEJO NIDO
                                                         (A mi hijita, en su ausencia)

Ya te fuiste, y se fue todo.
Y se hicieron los silencios
muy altos y muy crecidos
por dialogar con los cielos.

La casa quedó vacía
y ocupado el pensamiento;
en nuestra alma, tu imagen,
y el corazón en suspenso.

El avecilla se fue
del viejo nido al alero
forjando a golpe de ensueños
con qué hacer un nido nuevo...

¡Ay, que el viento no sea brusco!
¡Ay, que el viento le sea bueno!
Que el avecilla es muy tierna
y los caminos, inciertos...

Que ya no tiene a su lado
al halcón de vuelo recio
que amparaba con amor
sus aventuras y miedos...

Y el viejo nido quedó vacío.
Habitado por recuerdos...
Transitado de ilusiones
y de voces que se fueron...

Ahora está la pareja
atónita en su complejo:
¡con la vista en el pasado
de aquel reír decidero...!

                                                Antonia Burgos Béjar


2 comentarios:

  1. Mi querida Jana: Es bellísima y llena de ternura. La amargura y el orgullo-alegría de ver que su jilguero es capaz de volar sin ayuda. ¡Cómo lo entiendo!

    Brisas y besos.

    Malena

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  2. Ay, Malena, también yo lo entiendo, mi niña que sólo tiene 19 años ya vuela sola, si vieras cuánto la añoro, aunque hablamos todos los días largo rato, pero cuando, como ayer, viene, se ilumina el mundo entero para mí, puedo reír con el corazón.
    Mil besos, Malena.

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