Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

miércoles, 13 de julio de 2011

     PERROS VAGABUNDOS


Solo.
Piedra errante.
Carta sin destinatario.

¡Solo...!
Con la oscura carga
de su desamparo.

¡Tremendamente solo,
con su cruz y su calvario!

Con la afrenta de sus hambres.
Con el peso de sus palos.

Con el penoso azar de los caminos
en las incertidumbres de sus pasos.

¡Pobre perro vagabundo
que va implorando caricias
y...
-¡Fuera, chucho! -solo encuentra
impiedades y estacazos...!

Perros vagabundos... ¡cuántos
-¡ay!-
que por entre los cauces de la vida
buscan, para roer, huesos de amor
y sólo hallan
¡pedradas y latigazos!


2 comentarios:

  1. La tristeza en la mirada de un perro vagabundo siempre es infinita, y queda perfectamente plasmada en este poema que es todo un grito.

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  2. Es un grito, tú lo has dicho, terrible, me entristecía al copiarlo... me entristece, pronto haré otra entrada sólo para alejar ésta un poco. Mendigar cariño es tan triste, y en quien da tanto a cambio de tan poco es dolorosísimo.
    Besitos, Chesana.

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