Cristóbal Vega Álvarez nació poeta y murió poeta. Yo, Jana la de la niebla (Ana Vega Burgos en el mundo real), su hija, siento que lo más íntimo que puedo hacer por él, para darle una alegría donde quiera que esté, es ir poniendo en este blog, poco a poco, los incontables poemas que fueron el sentido y la justificación de su vida, lo que le hizo vivir hasta los noventa y cuatro años con el alma llena de ilusiones.
Escribir era el estímulo que le impulsaba, la campana que repicaba sobre su corazón para hacerlo latir. Escribir lo salvó de la locura de más de veinte años en prisión, de la desesperanza de perder a su amada, mi madre, Antonia Burgos Béjar, "la escritora campesina" de Villafranca de Córdoba. También hablaré de ella en estas páginas e insertaré algunos escritos suyos; en fin, mi intención es que vuele en estas ondas su recuerdo hasta el fin de los tiempos, hasta que todos volvamos a encontrarnos, como ellos decían, tras la orilla infinita.

miércoles, 23 de noviembre de 2011


UNA CORONA DE LÁGRIMAS
Para el poeta negro, Benjamín Moloise,
ejecutado en pleno "Siglo de las Luces")

Cuando muere un poeta
muere la esencia misma de la tierra.

Mueren un poco todas
las cosas: ¡muere el pan de la quimera!

No es simplemente un hombre lo que muere.
Es... ¡la ilusión y la esperanza eterna!

¡Cuando muere un poeta
están de luto el sol y las estrellas!
... ... ... ... ... ... ...
Se cumple la "justicia" de los bárbaros:
¡La horca...! ¡El pistoletazo...! ¡La violencia...!

¡Voz que quisieran para siempre ahogada
en los silencios de una sangre muerta!

Mas el trino -¡clavel de fuego en cánticos
de alondras mañaneras!-
retoña por los claros horizontes
con claridades nuevas.

Y las arpas que un día enmudecieron
en madrugadas con aullar de fieras...

(Lorca... tú, Benjamín... Miguel Hernández...)
surgen del corazón de las tinieblas.

¡Porque la voz de los poetas es
Voz inmortal y eterna!

¡Cuando un poeta muere
ha muerto la sal misma de la Tierra!

viernes, 11 de noviembre de 2011


EL "ADIÓS" DEL POETA
(Agoniza el poeta junto a la mujer amada.
En su delirio, se expresaba así:)

¡Qué triste el último adiós...! Este "adiós" impronunciable
al mar, al sol, a la noche y a los pájaros del alba.
A los hijos... a los hijos
de nuestros hijos... Adiós
 a tanta ilusión perdida
y a los sueños malogrados a través de la jornada.

¡Qué pena despedirse de las cosas que amamos
y de esas otras -breves, pequeñas- que nos aman!
De la sonrisa que una bella tarde romántica
se ocultó en los secretos escondrijos del alma.

De la flor... Del jardín...
De la apacible lluvia que cae blandamente
sobre el claro silencio de las noches nostálgicas,
y de esos graves ruidos que alertan nuestro sueño
-cual taimados fantasmas-
volviéndonos un poco niños, que necesitan
recuperar la letra de sus antiguas "nanas".
-¡Y no ver nunca más 
las estrellas del alba!-

¡Qué amargos resultan los adioses
a tantas cosas que nunca supimos ver!:

Al sauce de viejas ramas
donde al despuntar el día
canta, alegre, la calandria.

Al gorrioncillo sagaz
que llega a nuestra ventana 
a traernos el mensaje
de su tosca serenata.

Al perrillo revoltoso.
A la mariposa blanca...

Al palomo trovador
que a la paloma le canta
con idílicos zureos
su canción enamorada...

¡Qué pena decirle adiós
a cosas que nunca mueren,
y a estas paredes blancas,
donde tantas ilusiones enhebramos
engarzando amor y ensueños
con agujas de esperanzas!

Ahora ya... ¡Todo es Nada!
Un recuerdo perdido... un beso en la nostalgia...
Y tras esa extraña incógnita de eternidad e infinito,
siempre unidas,
¡nuestras almas!

Siempre soñando caminos
de imprevisibles distancias
tras los dilatados soles
de desconocidas albas...

Adiós para siempre a TODO.

¡Bienvenida, hermana NADA!


martes, 1 de noviembre de 2011


IN MEMORIAM
DE BUENAVENTURA DURRUTI

(Y de todos los que inmolaron su vida
por los azarosos senderos del IDEAL)

En este caminar de medio siglo
-sobre el hombro la carga de tu ausencia
y por los vericuetos de la Historia
la huella que dejó tu huella eterna-
vamos siguiendo esa imbatida antorcha
que en tus manos fue símbolo y bandera.

La antorcha que ilumina los caminos
de los pueblos que sufren y que sueñan
y que es la luz que en la tiniebla alumbra
al viajero de intrépidas veredas.
Por este caminar de medio siglo
nos van guiando tu estímulo y tus huellas.

¡No estás...! Mas siempre están los que se fueron
porque "aquí" nos dejaron su encomienda
y la flor inmarchita de una sangre
con que se ornó nuestra mejor bandera.
En este caminar de medio siglo
recobraron sus guiños las estrellas...
... ... ... ... ... ... ... ...
¿Dónde estás? ¿Dónde viven esos muertos
que nunca mueren...? ¿Por qué extraña esfera
se van yendo, sin nunca irse del todo,
sus sueños y sus ínclitas quimeras?
¿Y cómo, en tantos campos sin cultivo,
vuelven a retoñar semillas nuevas...?

Desde el "después" de tu último "después"
nos llega el eco de tu voz eterna
y la renuncia audaz de quien a todo
renunció un día, menos... ¡a su idea!
(¡Que en este caminar de medio siglo
vuelven con sus canciones los poetas!)

El poeta del cálido mensaje
que en la rueca ideal de una quimera
va tejiendo esos mundos del futuro
con que los nuevos soñadores sueñan...
¡Es ese trovador que sólo vive 
para seguir cantando nuevas gestas!